Hay que aprender a desenamorarse, de las ideas, de las cosas, del vecino, de la minita del kiosco, de los padres, de los adoquines de la vereda, del infierno, de Dios, del mambo, de los laberintos, de los sueños, de la ilusión, de la moral, la moraleja y la moralina, de lo fácil, de lo difícil, desenamorarse de enamorarse, como suicidarse quedando vivo una y otra vez...
El problema no es matar el tiempo, si no, que el tiempo te mata.
Ahí está, aguardando agazapado, esperando el momento adecuado de ese garrotazo que no llega nunca, que vos sabés que viene... pero no llega, porque el tiempo sabe, sabe que te mata... y uno diciendo que mata el tiempo, que descaro
El futuro es hoy, para los amargos de siempre, vean lo que el futuro nos ofrece con innovación y alegría. A por ellos muchachos, las colas neurocolas cibernéticas no esperan.